JESÚS SE DA A LA COMUNIDAD
Evangelio de san Juan
20, 19 - 31
En el evangelio de Juan; La comunidad de los
apóstoles vive expectante ante los acontecimientos que suceden tras la
resurrección del Señor. Tomás se mantiene dubitativo pues no ha podido ver,
como los demás, al Señor. Tras unos días, vuelve el Resucitado a hacerse
presente en medio de ellos. Ahora sí se encuentra Tomás junto a los demás
discípulos, y es invitado por el Señor a tocar los signos de la pasión. Así lo
reconoce, no solo lo identifica como Jesús de Nazaret, sino también en su
profunda identidad: “¡Señor mío y Dios mío!”. Al contemplar sus heridas, su
corazón se transforma.
ORACIÓN COMUNITARIA
Oración por el alma del Papa Francisco.
Señor Dios de la vida y
la misericordia,
hoy elevamos nuestras oraciones por tu
siervo fiel,
el Papa Francisco,
a quien llamaste a tu presencia.
Te damos gracias por su vida entregada
al servicio de tu Iglesia,
por su humildad, su palabra llena de
ternura,
y por guiarnos como Pastor con el
corazón de Cristo.
Concédele, Señor, el descanso eterno,
y que brille para él la luz perpetua.
Que encuentre en tu Reino la paz que
predicó,
y que su alma goce de la gloria eterna junto a los santos.
Consuela, Padre, a toda la Iglesia en
este momento de duelo,
y danos un corazón esperanzado,
seguros de que la muerte no es el final,
sino el paso hacia la vida verdadera
contigo.
Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Amén.
Llega el momento de la proclamación de la palabra. La lectura del Evangelio es el eje fundamental de todos nuestros encuentros. Es la vida, la experiencia, las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Dice así:
Lectura del Evangelio de san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los
discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a
vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a
vosotros».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás: «Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean
sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro hizo Jesús a la vista
de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
7. Comentario – reflexión sobre el evangelio
proclamado
El Evangelio de este próximo domingo y que hemos proclamado hoy muestra dos manifestaciones de Jesús resucitado, en un período de ocho días.
El primero de los relatos
subraya los dones de la Pascua: la paz, la alegría y la presencia del Espíritu
Santo; y el segundo, el proceso de fe del apóstol Tomás.
Una primera reflexión
que podemos hacer sobre estas reflexiones de Jesús resucitado que narran los
evangelistas y que leemos estos días de Pascua, es preguntarnos por qué unas
veces presentan a Jesús como vivido de nuevo, es decir, con el mismo cuerpo que
tenía; y otras simplemente como un espíritu… ¿Por qué existen versiones
distintas e incluso a veces contradictorias?
La explicación
podemos centrarla en el hecho de que la resurrección de Jesús fue para sus
discípulos una vivencia muy fuerte y les resulta muy difícil y complejo
explicar el qué y el cómo de aquella vivencia…
Los discípulos sabían
que estaba vivo, pero no le veían, ni sabían dónde estaba, ni cuándo volverían
a verle, y por eso dudaban… Y es que para creer en la resurrección hay que
aceptar que existe otra forma de existencia que no conocemos, pero que es tan
real como la nuestra…
En relación al
proceso de fe de Tomás el hecho es muy claro: él, como tantas veces nosotros,
dudaba porque se encontraba ante algo que no entraba en el marco de su razón.
Jesús, entonces le muestra las heridas de la cruz y Tomás descubre una actitud
de sufrimiento y entrega aceptada hasta la muerte, es decir, ve a un Cristo
humanizado, y entonces cree…
Nosotros vivimos hoy
en un mundo deshumanizado y por eso la figura de Cristo vivo es necesario
buscarla en signos de humanidad. Jesús le dice a Tomás, y a todos nosotros:
bienaventurados quienes creen en los signos que aportan hoy al mundo
testimonios de un Cristo presente y vivo en medio de nosotros…
No hemos de olvidar
que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente.
Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra
impotencia y debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle
su salvación.
Aprovechemos con gozo
las lecciones de la Pascua.
Invitación a tres minutos de silencio.
Os
pedimos ahora tres minutos de silencio. Algo tan sencillo, tan simple y sin
embargo a veces, tan complicado. Tres minutos de nuestro tiempo, tres minutos
para nosotros mismos, para interiorizar, sin preocuparnos por nada, sin prisas,
para que la paz llegue a nuestro interior, a nuestro corazón.
Podemos
usar la fórmula de repetir una palabra y es lo que os proponemos.
Proponemos
la palabra “Maranathá”, que significa “Ven Señor” en arameo, la lengua de
Jesús. La repetiremos en silencio, ésta u otra que hayamos escogido; para
nosotros mismos.
Vendrán
pensamientos a la mente; los ignoramos y volvemos a la palabra. Tres minutos de
silencio, repitiendo lentamente una palabra para nosotros.
Así
pues, nos ponemos cómodos, con la espalda recta, cerramos los ojos.
Respiramos
profundamente, relajados, y comenzamos a repetir interiormente la palabra que
hayamos elegido
Solo
tres minutos.
...
Tres
minutos, gracias por vuestro tiempo, esperamos que la experiencia haya sido
provechosa.
Oración del Jubileo
Padre que estás en el cielo,
Que la fe que nos
has dado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro
hermano,
y la llamada a la caridad
infundida en nuestros corazones por
el Espíritu Santo,
despierten en nosotros la
bienaventurada esperanza
en la venida de tu Reino.
Que tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores de las
semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y la
creación,
en espera confiada
del cielo nuevo y de la tierra
nueva,
cuando vencidas las fuerzas del
mal,
se manifestará para siempre tu
gloria.
La gracia del Jubileo
reavive en nosotros, Peregrinos
de Esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz
de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los
siglos.
Amén.
Amén.
Os informamos que el próximo
encuentro será el viernes
16 de mayo a las 19:30.
En
nombre de todo el grupo, de Carme, de Amparo, de Roser, de Manuel, de Eulogio, y
de Mn. Manel Simó, muchas gracias por participar en este encuentro.