Guion 73º - HOY SE CUMPLE ESTA ESCRITURA Evangelio
de San Lucas 1, 1 - 4; 4, 14 - 21 |
El evangelio es de Lucas. En él se relatan sus inicios en la predicación en su regreso a Galilea.
Lucas nos sitúa con Jesús en una sinagoga, donde lee ante
los asistentes un texto de un libro del profeta Isaías.
ORACION
“Ven, Espíritu Santo, y enséñame a esperar.
Porque las cosas que deseo no llegan rápidamente, enséñame a esperar.
Porque no puedo pretender que los demás cambien de un día para otro,
enséñame a esperar.
Porque yo mismo voy cambiando muy lentamente, enséñame a esperar.
Porque la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo, enséñame a
esperar.
Para que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra, enséñame a
esperar.
Para que no le exija a este día lo que no me puede dar, enséñame a esperar.
Para que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio, enséñame a
esperar.
Ven Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se postergan,
para que valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque
parezca poco.
Ven, Espíritu Santo, enséñame a esperar, Amén.”
Lectura del Evangelio de San Lucas
Excelentísimo Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer
un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las
tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego
predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente
desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas
la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con
la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en
las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró
en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer
la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo,
encontró el pasaje donde estaba escrito:
“El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a
los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para
anunciar el año de gracia del Señor.”
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que
le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se
puso a decirles:
-”Hoy se cumple esta Escritura que acabáis
de oír”
Comentario – reflexión
En éste Evangelio de Lucas, después de un pequeño prólogo, la
primera escena de la vida pública de Jesús la sitúa en la sinagoga. Allí,
después de leer unas palabras del profeta Isaías, el mismo Jesús las comenta y
las actualiza, proclamando que; “aquello que acabáis de escuchar se cumple hoy
en Mí”.
¿Cuáles son las palabras del profeta que identifican a Jesús?
“Vengo a llevar la buena noticia a los desvalidos, a proclamar
la libertad de los cautivos, a devolver la luz a los ciegos, a dejar en
libertad a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor...
Así Jesús, movido por el Espíritu Santo, se manifiesta como
liberador de todas las esclavitudes, sanador de las heridas del alma, y luz que
ilumina la oscuridad,... Este es su programa.
El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres,
orientando toda su vida hacia los más necesitados oprimidos y humillados. En
esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Esta es la orientación que
Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos ha
de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios
quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas.
No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la
defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos. Si lo que hacemos y
proclamamos desde la Iglesia de Jesús no es captado como algo bueno y liberador
por los que sufren, ?qué evangelio estamos predicando? ¿a qué Jesús estamos
siguiendo? ¿qué espiritualidad estamos promoviendo? Dicho de otra manera clara:
¿qué impresión tenemos en la iglesia actual? ¿estamos caminando en la misma
dirección que Jesús?
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.