viernes, 11 de enero de 2013

Visita al C.S.S.Federica Montseny




Després de les festes Nadalenques retornem amb el nostra compromís en vers els nostres malalts i persones grans, que no havíem descuidat en aquestes festes, la nostra parròquia hem compartit amb ells la missa de Nadal,  els nens i nenes da’l Esplai i van passar un mati d’entreteniment.
Ens esperen una trentena d’avis entre les tres plantes de la residencia i en les plantes de recuperació unes 6 més, amb ells compartirem una estona i farem el nostra encontra amb Jesús, la lectura d’El Evangeli, oració i la Comunió.


San Teodosio
Evangelio: Lucas 5,12-16
"En seguida le dejó la lepra"
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
Comentario: Rev. D. Santi COLLELL i Aguirre (La Garriga)
El leproso del Evangelio que hoy se lee en la Eucaristía es alguien que ha hecho un doble ejercicio de humildad. El de reconocer cuál es su mal y el de aceptar a Jesús como a su Salvador. Cristo es quien nos da la oportunidad de hacer un cambio radical y profundo en nuestra vida. Ante todo aquello que nos es impedimento para el amor y que se ha enquistado en nuestros corazones y en nuestras vidas, Cristo, con su testimonio de vida y de Vida Nueva, nos propone una alternativa totalmente real y posible. La alternativa del amor, de la ternura, de la misericordia. Jesús, ante quien es diferente a Él (el leproso) no huye, no se lo saca de encima, no lo “factura” a la administración, ni a las instituciones o a las “ong's”. Cristo acepta el reto del encuentro, y al “enfermo” le ofrece aquello que necesita, la curación/purificación.
Nosotros tenemos que ser capaces de ofrecer a los que se acercan a nuestras vidas aquello que hemos recibido del Señor. Pero antes será necesario habernos encontrado con Él y renovar nuestro compromiso de vivir su Evangelio en las pequeñas cosas de cada día.