El vino del tiempo
nuevo
Evangelio de san Juan
2, 1 - 11
17 de ENERO de 2025
Un espacio que esperamos pueda ser de ayuda tanto para vosotras como para nosotros. Un encuentro de oración y de reflexión, para que podamos sentirnos mejor interiormente y, sobre todo, en nuestra relación personal con Dios.
Continuamos el itinerario del tercer viernes de mes, y con la fórmula de trabajar el evangelio que se proclamará el próximo domingo.
Hoy nuevamente, a través de esta experiencia comunitaria y con la imprescindible ayuda del Espíritu Santo, intentaremos tener un encuentro personal con Jesús de Nazaret, y experimentar la presencia de Dios.
Acabado ya el ciclo de Navidad y Epifanía, entramos ahora, durante los domingos, en una etapa litúrgica que se llama de durante el año, hasta llegar al primer domingo de Cuaresma.
Este año 2025
leeremos el evangelio de san Lucas, pero hoy, excepcionalmente, proclamamos un
texto que es exclusivo de san Juan, y que puede considerarse como una epifanía más de Jesús, ya que al final del relato dice que Jesús manifestó su gloria y sus discípulos
creyeron en El… Las bodas de Caná.
Como estamos también en un espacio de oración, continuaremos el encuentro con una de nuestras oraciones de referencia. El Credo, que no es ni más ni menos que lo que creemos los católicos.
Creo en Dios Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir
a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén."
Llega el momento de la proclamación de la palabra. La lectura del
Evangelio es el eje fundamental de todos nuestros encuentros. Es la vida, la
experiencia, las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
Dice
así:
Evangelio de san Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dice:
“No tienen vino”.
Jesús le dice: “Mujer, ¿Qué tengo yo que
ver con esto? Todavía no ha llegado mi hora”.
Su madre dijo a los sirvientes: “Haced
lo que él os diga”.
Había allí colocadas seis tinajas de
piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice: “Llenad las tinajas de
agua”. Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice: “Sacad ahora y
llevadlo al mayordomo”.
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó
el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían,
pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: “Todo el
mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tu, en
cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”.
Este fue el primero de los signos que
Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos
creyeron en él.
Comentario – reflexión sobre el
evangelio proclamado
El texto presenta el suceso de las bodas de Caná, y más que considerarlo como un milagro, como un signo de apoyo al sacramento del matrimonio, o como una muestra del poder intercesor de María, hay que verlo también y, sobre todo, como un texto de catequesis muy significativo.
En
efecto, se habla de un banquete de bodas, y este hecho evoca las relaciones
entre Dios (el esposo) y la humanidad (la esposa), o sea una relación de fe y
religiosidad…
Siguiendo
el relato, observamos que hasta el momento de la llegada de Jesús había en la
casa agua para la purificación, es decir, la religiosidad judía había quedado
reducida a lo que era puro o impuro, permitido o prohibido… Pero Jesús viene a
restablecer la fiesta y la alegría de una vida (el vino significa siempre
fiesta y alegría). La religiosidad de la prohibición ha de transformarse en la
alegría del encuentro íntimo y personal con Dios.
Y así
lo cree María, una mujer israelita fiel a la alianza con Dios (fijémonos en que
Jesús la llama mujer – como pasará también en la cruz- porque no la ve
como su madre, sino como una israelita fiel, y por eso ella repite a los
criados las palabras del Éxodo (19,8): haced
lo que Él os diga…
Si Jesús muestra alguna reticencia (no
ha llegado mi hora) es porque la hora de Jesús será el momento de su resurrección, que es cuando
quedará definitivamente restablecida la
nueva alianza entre Dios y la humanidad…
Y
queda aún un último detalle: la progresiva diferente cualidad del vino es
porque realmente la hora de la plenitud, la hora de la fiesta completa, aún no
ha llegado, ya que la venida definitiva de Cristo, símbolo de la definitiva y
plena alianza entre Dios y la humanidad, solo será al final de la historia.
Por
último, y al margen de otras interpretaciones, la reflexión de hoy no puede
dejar de lado la realidad del sacramento del matrimonio entre nosotros. Es una
buena ocasión para reafirmar el amor de tantos matrimonios fieles a sus
proyectos, generosos en su vida compartida y dando gracias a Dios por los
bienes recibidos. Como es también un buen momento para pedir por todas aquellas
situaciones difíciles y dolorosas con que se encuentran hoy muchos matrimonios
a nuestro alrededor.
Invitación a la reflexión.
Nos dice el Papa Francisco que:
"Este Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza".
El papa
Francisco ha convocado al Jubileo a toda la Iglesia católica.
En ella explica
que «la vida cristiana es un camino, que también
necesita momentos fuertes para
alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite
vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús».
Señala el papa
Francisco que el Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de gran importancia
espiritual, eclesial y social en la vida de la Iglesia. El pueblo fiel de Dios
ha vivido esta celebración como un don especial de gracia, caracterizado por el
perdón de los pecados y, en particular, por la indulgencia, expresión plena de
la misericordia de Dios.
Los fieles,
generalmente al final de una larga peregrinación, acceden al tesoro espiritual
de la Iglesia atravesando la Puerta Santa y venerando las reliquias de los
Apóstoles Pedro y Pablo conservadas en las basílicas romanas. Millones y
millones de peregrinos han acudido a estos lugares santos a lo largo de los
siglos, dando testimonio vivo de su fe perdurable.
El Gran Jubileo
del año 2000 introdujo la Iglesia en el tercer milenio de su historia. San Juan
Pablo II lo había esperado y deseado tanto, con la esperanza de que todos los
cristianos, superadas sus divisiones históricas, pudieran celebrar juntos los
dos mil años del nacimiento de Jesucristo, Salvador de la humanidad. Ahora que
nos acercamos a los primeros veinticinco años del siglo XXI, estamos llamados a
poner en marcha una preparación que permita al pueblo cristiano vivir el Año
Santo en todo su significado pastoral.
Como dice el
Papa Francisco, debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha
sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la
certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de
miras. «El Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y
confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como
urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza. Todo esto
será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad
universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que
impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera
humanamente digna». Pienso especialmente en los numerosos refugiados que se ven
obligados a abandonar sus tierras. Ojalá que las voces de los pobres sean
escuchadas en este tiempo de preparación al Jubileo.
Por lo tanto,
la dimensión espiritual del Jubileo, que nos invita a la conversión, debe
unirse a estos aspectos fundamentales de la vida social, para formar un
conjunto coherente. Sintiéndonos todos peregrinos en la tierra en la que el
Señor nos ha puesto para que la cultivemos y la cuidemos, no descuidemos, a lo
largo del camino, la contemplación de la belleza de la creación y el cuidado de
nuestra casa común. Espero que el Año Jubilar se celebre y se viva también con
esta intención. De hecho, un número cada vez mayor de personas, incluidos
muchos jóvenes y adolescentes, reconocen que el cuidado de la creación es
expresión esencial de la fe en Dios y de la obediencia a su voluntad.
Oración del Jubileo
Padre que
estás en el cielo,
Que la fe que
nos has dado en
tu Hijo
Jesucristo, nuestro hermano,
y la llamada a
la caridad
infundida en nuestros
corazones por el Espíritu Santo,
despierten en
nosotros la bienaventurada esperanza
en la venida
de tu Reino.
Que tu gracia
nos transforme
en dedicados
cultivadores de las semillas del Evangelio
que fermenten
la humanidad y la creación,
en espera
confiada
del cielo
nuevo y de la tierra nueva,
cuando
vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará
para siempre tu gloria.
La gracia del
Jubileo
reavive en
nosotros, Peregrinos de Esperanza,
el anhelo de
los bienes celestiales
y derrame en
el mundo entero
la alegría y
la paz
de nuestro
Redentor.
A ti, Dios
bendito eternamente,
sea la
alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
En nombre de todo el grupo, de Carme, de Amparo, de Roser, de Manuel de Eulogio y de Mn. Manel Simó, muchas gracias por participar en este encuentro.
Un espacio que esperamos pueda ser de ayuda tanto para vosotras como para nosotros. Un encuentro de oración y de reflexión, para que podamos sentirnos mejor interiormente y, sobre todo, en nuestra relación personal con Dios.
Os informamos que el
próximo encuentro será el viernes 21 de febrero a las 19:30.
Parroquia N.S. Salas Viladecans