viernes, 27 de septiembre de 2024

VEN Y VERAS


CAMINO DE SENCILLEZ Y FRATERNIDAD

Evangelio de san Marcos 9, 30 - 37

SEPTIEMBRE de 2024

Parroquia N.S. Salas Viladecans

El pasaje del Evangelio de hoy, de Marcos, transita en Galilea; Jesús está instruyendo a los Doce discípulos, y van apareciendo dudas, diferencias, mal entendidos. Veremos que nuevamente no le entienden; como puede pasarnos a nosotros. Y Jesús de nuevo, con su sabiduría les explica, nos explica, qué quieren decir sus palabras.

ORACIÓN COMUNITARIA:

Proclamaremos ahora todos juntos esta oración comunitaria que hemos repartido, dejamos un momento para repasarla antes de empezar.

Ven, Espíritu Santo,           

                                                     enséñame a esperar.

Porque las cosas que deseo no llegan rápidamente,

enséñame a esperar.

Porque no puedo pretender que los demás cambien de un día para otro,                                                                                 enséñame a esperar.

Porque yo mismo voy cambiando muy lentamente,

enséñame a esperar.

Porque la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo,

enséñame a esperar.

Para que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra,

enséñame a esperar.

Para que no le exija a este día lo que no me puede dar,

enséñame a esperar.

Para que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio,

enséñame a esperar.

Ven Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se postergan, para que valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca poco.

Ven, Espíritu Santo, enséñame a esperar, Amén.”

Evangelio de san Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto a los tres días resucitará”. Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.

Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: “¿De qué discutíais por el camino?”. Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

“El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.

Reflexión sobre el evangelio

Jesús, vuelve a insistir sobre su destino final, 
que no es otro que su pasión y su muerte.
Los discípulos, sin embargo, 
no le escuchan o no le quieren escuchar. 
Ellos esperaban la llegada de un reino de poder, 
triunfo y gloria;
 y Él les habla de crucifixión y de muerte, 
aunque al final tendrá lugar el triunfo de la resurrección.
El Sirviente de Yahvé sufrirá mucho, 
será la piedra que rechazarán los constructores; 
y la suerte de los servidores será la misma que la del Sirviente...
Esto exige, por parte de sus seguidores, disponibilidad, 
aceptación y entrega.
Pero los discípulos de Jesús no solamente no escuchan 
estas 
palabras de Jesús anunciando su pasión y su muerte, 
sino que se ponen a discutir entre ellos para acaparar 
los mejores lugares y ser importantes en el Reino 
que ellos imaginaban que venía a traer el Mesías
Jesús entonces tiene que volver a instruirlos 
para que aprendan dos actitudes fundamentales: 

1) Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos. Por tanto, fuera ambiciones, honores y vanidades. En el grupo nadie ha de pretender estar por encima de los demás;

2) y la segunda actitud la ilustra con un gesto simbólico: pone a un niño en medio de ellos, y les dice: “el que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”. En este niño acogido por Jesús hay que ver a tantas personas débiles y desvalidas que necesitan atención y acogimiento.

Y todo esto que Jesús dice a sus discípulos debería ser también, el talante de la Iglesia. Hoy se necesita una Iglesia servidora, acogedora y cercana a los más débiles y necesitados.

El trasfondo del evangelio de hoy podemos resumirlo en una idea básica: los criterios de Jesús no coinciden a menudo con los criterios de muchos de los que nos rodean. ¿Quién piensa hoy, por ejemplo, que los hombres y mujeres más importantes son aquellos que viven al servicio de los demás? ¿Quién valora como importantes a los miles y miles de hombres y mujeres anónimos, de rostro desconocido, a los que nadie hará homenaje alguno, pero que se desviven en el servicio desinteresado a los demás?

Los cristianos no podemos limitamos a lamentarnos de las situaciones negativas, sino que debemos consolidarnos en los criterios y valores positivos propuestos por Jesús.

Momentos de meditación

Os pedimos ahora tres minutos de silencio. Algo tan sencillo, tan simple y sin embargo a veces, tan complicado. Tres minutos de nuestro tiempo, tres minutos para nosotros mismos, para interiorizar, sin preocuparnos por nada, solo tres minutos, sin prisas, para que la paz llegue a nuestro interior, a nuestro corazón.

Podemos usar la fórmula de repetir una palabra y es lo que os proponemos, el proceso es muy sencillo y simple.

Proponemos la palabra “Maranathá”, que significa “Ven Señor” en arameo, la lengua de Jesús. La repetiremos en silencio, ésta o la palabra que hayamos escogido; para nosotros mismos, así de simple y sencillo.

Nos vendrán pensamientos a la mente; los ignoramos y volvemos a la palabra. Tres minutos de silencio, repitiendo lentamente para nosotros, volviendo a ella cuando nos distraigamos, cuando nos despistamos.

Así pues, nos ponemos cómodos, con la espalda recta, cerramos los ojos.

Respiramos profundamente, relajados, y comenzamos a repetir interiormente la palabra que hayamos elegido

Solo tres minutos.

Demos gracias al Señor. Y qué mejor forma de hacerlo; que a través de la oración que nos enseñó Jesús:

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Amén.

En nombre de todo el grupo, de Carme, de Amparo, de Roser, de Manuel, de Eulogio y de Mn. Manel Simó muchas gracias por participar.

Os informamos que el próximo encuentro será el viernes 18 de octubre a las 19:30, en la Parróquia Mare de Déu de Sales, Viladecans.


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