Francisco nació
en Asís, ciudad de Umbría, en el año 1182. Su padre, Pedro Bernardone, era
comerciante. El nombre de su madre era Pica y algunos autores afirman que
pertenecía a una noble familia de la Provenza. Tanto el padre como la madre de
Francisco eran personas acomodadas. Pedro Bernardone comerciaba especialmente
en Francia. Como se hallase en dicho país cuando nació su hijo, la gente le
apodó "Francesco" (el francés), por más que en el bautismo recibió el
nombre de Juan.
Paseándose en cierta ocasión a
caballo por la llanura de Asís, encontró a un leproso. Las llagas del mendigo
aterrorizaron a Francisco; pero, en vez de huir, se acercó al leproso, que le
tendía la mano para recibir una limosna. Francisco comprendió que había llegado
el momento de dar el paso al amor radical de Dios. A pesar de su repulsa
natural a los leprosos, venció su voluntad, se le acercó y le dio un beso.
Aquello cambió su vida. Fue un gesto movido por el Espíritu Santo, pidiéndole a
Francisco una calidad de entrega, un "sí" que distingue a los santos
de los mediocres.
A partir de
entonces, comenzó a visitar y servir a los enfermos en los hospitales. Algunas
veces regalaba a los pobres sus vestidos, otras, el dinero que llevaba. Les
servía devotamente, porque el profeta Isaías nos dice que Cristo crucificado fue
despreciado y tratado como un leproso. De este modo desarrollaba su espíritu de
pobreza, su profundo sentido de humildad y su gran compasión. En cierta
ocasión, mientras oraba en la iglesia de San Damián en las afueras de Asís, le
pareció que el crucifijo le repetía tres veces: "Francisco, repara mi
casa, pues ya ves que está en ruinas".
Oración por
la paz
Señor, hazme un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo armonía,
donde hay error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo la luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Señor, que no me empeñe tanto
en ser consolado como en consolar,
en ser comprendido, como en comprender,
en ser amado, como en amar;
porque dando se recibe, olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
muriendo se resucita a la vida. Amén.
Felicidades Francisco
I
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