Que el Espíritu Santo
encienda en sus corazones el deseo de levantarse y la alegría de caminar todos
juntos, en estilo sinodal, abandonando las falsas fronteras. ¡El momento de
levantarse es ahora!
Papa Francesc.
EL PAPA A LISBOA AMB ELS JOVES.
La Jornada Mundial de la Joventut (JMJ), és fruit de la convocatòria que el Sant Joan Pau II, papa, el 1984, va fer a Roma. Per això el 1985, Joan Pau II, instituí la Jornada Mundial de la Joventut, cada tres anys, que s’inicià a Roma el 1986 i que prenia el caràcter de pelegrinatge i festa jove de l’Església Universal, amb milers de joves de tot el món, units al papa. Enguany el papa Francesc ha convocat la JMJ, de l’1 al 6 d’agost, a Lisboa. Es tracte d’una oportunitat evangelitzadora, on les noves generacions de joves sentin la seva pertinència a l’Església , s’obrin a descobrir la seva missió i a
comprometre’s en un món més just, solidari i obert, vivint el seu encontre personal amb el Senyor.
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
(extracto)
PARA LA XXXVII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 2022-2023
«María se levantó
y partió sin demora» (Lc 1,39)
Queridos
jóvenes:
En estos
últimos tiempos, que han sido tan difíciles, cuando la humanidad, probada ya
por el trauma de la pandemia, se ve desgarrada por el drama de la guerra, María
reabre para todos y especialmente para ustedes, que son jóvenes como ella, el
camino de la proximidad y del encuentro. Espero, y creo firmemente, que
la experiencia que muchos de ustedes vivirán en Lisboa en agosto del año
próximo representará un nuevo comienzo para ustedes, jóvenes, y —con
ustedes— para toda la humanidad.
María se
levantó
María, después de la anunciación, hubiera podido concentrarse en sí
misma, en las preocupaciones y temores debidos a su nueva condición. Pero no;
ella confió plenamente en Dios. Pensaba más bien en Isabel. Se levantó y salió
a la luz del sol, donde hay vida y movimiento. Aunque el impactante anuncio del
ángel haya provocado un “terremoto” en sus planes, la joven no se dejó
paralizar, porque en ella estaba Jesús, el poder de la resurrección. Dentro de
ella ya estaba el Cordero inmolado, pero siempre vivo. Se levantó y se puso en
marcha, porque estaba segura de que los planes de Dios eran el mejor proyecto
posible para su vida. María se convirtió en el templo de Dios, imagen de la
Iglesia en camino, la Iglesia que sale y se pone al servicio, la Iglesia
portadora de la Buena Noticia.
Experimentar la presencia de Cristo resucitado en la propia vida,
encontrarlo “vivo”, es la mayor alegría espiritual, una explosión de luz que no
puede dejar a nadie “quieto”. Nos pone en movimiento inmediatamente y nos
impulsa a llevar esta noticia a otros, a dar testimonio de la alegría de este
encuentro. Es lo que animó la prisa de los primeros discípulos en los días
siguientes a la resurrección: «Las mujeres, atemorizadas pero llenas de
alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los
discípulos» (Mt 28,8).
La Madre del Señor es modelo de los jóvenes en movimiento, no inmóviles
frente al espejo contemplando su propia imagen o “atrapados” en las redes. Ella
estaba totalmente orientada hacia el exterior. Es la mujer pascual, en permanente
estado de éxodo, de salida de sí misma hacia el gran Otro que es Dios y hacia
los demás, los hermanos y las hermanas, especialmente los más necesitados, como
lo fue su prima Isabel…
Ante una necesidad concreta y urgente, hay que actuar con rapidez.
¡Cuántas personas en el mundo están esperando la visita de alguien que los
atienda! ¡Cuántas personas mayores, cuántos enfermos, presos, refugiados
necesitan nuestra mirada compasiva, nuestra visita, un hermano o una hermana
que rompa las barreras de la indiferencia!
Queridos jóvenes, ¿qué “prisas” los mueven? ¿Qué les hace sentir el
impulso de moverse, tanto que no pueden quedarse quietos? Muchos —afectados por
realidades como la pandemia, la guerra, la migración forzosa, la pobreza, la
violencia, las catástrofes climáticas— se preguntan: ¿Por qué me pasa esto a
mí? ¿Por qué justo a mí? ¿Por qué ahora? Por ello, la pregunta central de
nuestra existencia es: ¿Para quién soy yo? (cf. Exhort. ap.
postsin. Christus
vivit, 286).
La prisa de la joven de Nazaret es la de quienes han recibido dones
extraordinarios del Señor y no pueden dejar de compartir, de hacer desbordar la
inmensa gracia que han experimentado. Es la prisa de los que saben poner las
necesidades de los demás por encima de las suyas. María es un ejemplo de
persona joven que no pierde el tiempo buscando la atención o la aprobación de
los demás —como ocurre cuando dependemos de los “me gusta” en las redes
sociales—, sino que se mueve para buscar la conexión más genuina, la que surge
del encuentro, del compartir, del amor y del servicio…
La prisa buena siempre nos empuja hacia arriba y hacia los demás. También
existe una prisa que no es buena, como por ejemplo la que nos lleva a vivir
superficialmente, a tomar todo a la ligera, sin compromiso ni atención, sin participar
realmente en las cosas que hacemos; la prisa de cuando vivimos, estudiamos,
trabajamos, salimos con los demás sin poner en ello la cabeza y, mucho menos,
el corazón. Puede ocurrir en las relaciones interpersonales: en la familia,
cuando no escuchamos realmente a los demás ni les dedicamos tiempo; en las
amistades, cuando esperamos que un amigo nos entretenga y satisfaga nuestras
necesidades, pero lo evitamos inmediatamente y acudimos a otro si vemos que
está en crisis y nos necesita; e incluso en las relaciones afectivas, entre
novios, pocos tienen la paciencia de conocerse y entenderse a fondo. Podemos
tener esta misma actitud en la escuela, en el trabajo y en otros ámbitos de la
vida cotidiana. Pues bien, todas estas cosas vividas con prisas es poco
probable que den fruto. Existe el riesgo de que permanezcan estériles. Esto es
lo que leemos en el libro de los Proverbios: «Los proyectos del hombre
laborioso son pura ganancia, el que se precipita —la prisa mala— acaba en la
indigencia» (21,5)….
Queridos jóvenes, es hora de volver a emprender sin demora el camino de
los encuentros concretos, de una verdadera acogida de los que son diferentes a
nosotros, como ocurrió entre la joven María y la anciana Isabel. Sólo así
superaremos las distancias —entre generaciones, entre clases sociales, entre
etnias y categorías de todo tipo— e incluso las guerras. Los jóvenes son
siempre la esperanza de una nueva unidad para la humanidad fragmentada y
dividida. Pero sólo si tienen memoria, sólo si escuchan los dramas y los sueños
de sus mayores. «No es casual que la guerra haya vuelto en Europa en el momento
en que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo» (Mensaje para la
II Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores). Es necesaria una alianza entre los jóvenes y los ancianos, para no
olvidar las lecciones de la historia, para superar las polarizaciones y los
extremismos de este tiempo.
¡Mi mensaje
para ustedes, jóvenes, el gran mensaje del que es portadora la Iglesia, es
Jesús! Sí, Él mismo, su amor infinito por cada uno de nosotros, su salvación y
la nueva vida que nos ha dado. Y María es el modelo de cómo acoger este inmenso
don en nuestras vidas y comunicarlo a los demás, haciéndonos a su vez
portadores de Cristo, portadores de su amor compasivo, de su generoso servicio
a la humanidad que sufre.
Queridos jóvenes, sueño que en la JMJ vuelvan a experimentar la alegría
del encuentro con Dios y con los hermanos y las hermanas. Tras largos periodos
de distancia y aislamiento, en Lisboa —con la ayuda de Dios— redescubriremos
juntos la alegría del abrazo fraternal entre los pueblos y entre las
generaciones, el abrazo de la reconciliación y la paz, ¡el abrazo de una nueva
fraternidad misionera! Que el Espíritu Santo encienda en sus corazones el
deseo de levantarse y la alegría de caminar todos juntos, en estilo sinodal,
abandonando las falsas fronteras. ¡El momento de levantarse es ahora!
¡Levantémonos sin demora! Y, como María, llevemos a Jesús dentro de nosotros
para comunicarlo a todos. En este hermoso momento de sus vidas, sigan adelante,
no pospongan lo
que el Espíritu
puede hacer en ustedes. De todo corazón bendigo sus sueños y sus pasos.
Roma, San Juan de Letrán, 15 de agosto de 2022, solemnidad de la Asunción
de la Bienaventurada Virgen María.
Papa Francisco
AGENDA D’AGOST.
Parròquia
de St. Joan Baptista.
Horari Eucaristies: De dilluns a dissabte, 19:00 h.
Diumenge
i festes de precepte, 10:45 h.
13:00 h (bilingüe).
Actes
devocionals: 19 d’agost, divendres.
Pregària ecumènica,
estil de Taizé.
27
d’agost, diumenge. Després de les misses,
“Visita espiritual a la Mare de
Déu de Montserrat.”
Parròquia de Santa Maria Magdalena.
Horari
Eucaristies: Dissabte, 20:00 h. (bilingüe).
Diumenge i festes de precepte, 12:00,
(bilingüe).
Exposició del Santíssim: 2 d’agost, dimecres, de 19:00 a 21:00.
IMPORTANT: Durant el mes d’agost, la missa dels
dissabte a les 18.00 h, traslladada a les 20.00 h.
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