EL BUEN PASTOR DA LA VIDA POR EL PUEBLO
Evangelio de san Juan 10, 11 – 18
Nuevamente, a través de esta
experiencia comunitaria y con la imprescindible ayuda del Espíritu Santo,
intentaremos tener un encuentro personal con Jesús de Nazaret, y experimentar
la presencia de Dios.
El evangelio del domingo y
que proclamaremos, es de Juan. Entramos en la cuarta semana de Pascua. Y el
evangelio nos habla del buen pastor. Su estilo es el amor, la entrega,
pastorear cuidando la vida, especialmente la de los pobres y perdidos. Ahora,
resucitado, sigue sirviendo y dando la vida entre el esfuerzo diario, llevándonos
a zonas de refugio y alimento con el mimo que solo Él sabe dar, porque hay
muchos lobos que asedian nuestra vida y su rebaño.
Nosotros muchas veces
estamos tentados a escapar a parajes solitarios e inhóspitos, lejos de la voz
del pastor. Pero Cristo siempre nos busca, uno a uno, para llevarnos a la
tierra de la comunidad que Él pastorea.
Invocación
del Espíritu Santo
Proclamaremos esta oración
Ven, Espíritu Santo, y enséñame a esperar.
Porque las
cosas que deseo no llegan rápidamente,
enséñame a esperar.
Porque no
puedo pretender que los demás cambien de un día para otro, enséñame
a esperar.
Porque yo
mismo voy cambiando muy lentamente,
enséñame a esperar.
Porque la
vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo,
enséñame a esperar.
Para que
acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra,
enséñame a esperar.
Para que
no le exija a este día lo que no me puede dar,
enséñame a esperar.
Para que
reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio,
enséñame a esperar.
Ven
Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se postergan, para que
valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca
poco.
Ven, Espíritu Santo, enséñame a esperar, Amén.”
Evangelio de san Juan 10, 11-1833
En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su
vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve
venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y
es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, que
conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas
que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi
voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por eso me ama el Padre, porque
yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la
entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla:
este mandato he recibido de mi Padre.”
Comentario
– reflexión sobre el evangelio
Es tradicional que este cuarto
domingo de Pascua sea conocido como el
domingo del buen Pastor, ya que es el texto que se lee en el evangelio.
El pueblo de
Israel, que era un pueblo de pastores, extrapolaba la palabra ganado como sinónimo de pueblo, y la palabra pastor como sinónimo de dirigente político o religioso; y en
esta comparación no se ha de poner el acento en la inferioridad o sumisión de
las ovejas, sino en el deber de los pastores en velar por el ganado, marcando
claramente la diferencia entre los pastores asalariados
y los buenos pastores…
Hoy, en el
evangelio de Jesús se autodefine como Buen Pastor y se encarga de mostrarnos
cuáles han de ser las cualidades que ha de tener cualquiera que quiera
considerarse un buen pastor… entendiendo como a tal un padre, una madre, un
educador, un político, un cuidador, o cualquiera que tenga personas a su cargo…
Y son tres las
características que señala el evangelio como indicadoras de ser buen pastor:
-dar la vida por las ovejas,
es decir, ir desgastando libremente la propia vida compartiéndola con los
demás, buscando siempre su felicidad;
-conocer las ovejas, es decir,
tener siempre conciencia de que estamos tratando con personas, conscientes de
lo que esto significa;
-y procurar formar grupos en
los que nadie se sienta excluido por razones de ideas, razas, nacionalidades,
situaciones económicas, etc.
El evangelio
de hoy es una buena herramienta para analizarnos y autodefinirnos
personalmente.
Invitación a tres minutos de
silencio.
Os pedimos ahora tres
minutos de silencio. Algo tan sencillo, tan simple y sin embargo a veces, tan
complicado.
Tres minutos de nuestro
tiempo, tres minutos para nosotros mismos, para interiorizar, sin preocuparnos
por nada, solo tres minutos, sin prisas, para que la paz llegue a nuestro
interior, a nuestro corazón.
En la meditación, se usa la
fórmula de repetir una palabra y es lo que os proponemos hoy. El proceso es muy
sencillo y simple.
Proponemos la palabra
“Maranathá”, que significa “Ven Señor” en arameo, la lengua de Jesús. La
repetiremos en silencio, ésta o la palabra que hayamos escogido; para nosotros
mismos, así de simple y sencillo.
Nos vendrán pensamientos a
la mente; los ignoramos y volvemos a la palabra. Tres minutos de silencio,
repitiendo lentamente para nosotros, volviendo a ella cuando nos distraigamos,
cuando nos despistemos; por un ruido, por un coche… simplemente volveremos a la
palabra y continuamos.
Nos ponemos cómodos, con la
espalda recta, cerramos los ojos.
Respiramos profundamente,
relajados, y comenzamos a repetir interiormente la palabra que hayamos elegido
Solo tres minutos.
Demos
gracias al Señor. Y que mejor forma de hacerlo; que a través de la oración que
nos enseñó Jesús:
Padre nuestro
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
En nombre de todo el grupo, Amparo,
Carme, Roser, Manuel, Eulogi, y de Mn. Manel Simó, muchas gracias por
participar en este encuentro.
Os informamos que el próximo
encuentro el viernes 17 de mayo a las 19:30.
Parroquia
N.S. Salas Viladecans.
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