viernes, 25 de abril de 2025

VEN Y VERAS

JESÚS SE DA A LA COMUNIDAD

Evangelio de san Juan 20, 19 - 31

En el evangelio de Juan; La comunidad de los apóstoles vive expectante ante los acontecimientos que suceden tras la resurrección del Señor. Tomás se mantiene dubitativo pues no ha podido ver, como los demás, al Señor. Tras unos días, vuelve el Resucitado a hacerse presente en medio de ellos. Ahora sí se encuentra Tomás junto a los demás discípulos, y es invitado por el Señor a tocar los signos de la pasión. Así lo reconoce, no solo lo identifica como Jesús de Nazaret, sino también en su profunda identidad: “¡Señor mío y Dios mío!”. Al contemplar sus heridas, su corazón se transforma.

ORACIÓN COMUNITARIA

Oración por el alma del Papa Francisco.

Señor Dios de la vida y la misericordia,

hoy elevamos nuestras oraciones por tu siervo fiel,

el Papa Francisco,

a quien llamaste a tu presencia.

Te damos gracias por su vida entregada al servicio de tu Iglesia,

por su humildad, su palabra llena de ternura,

y por guiarnos como Pastor con el corazón de Cristo.

Concédele, Señor, el descanso eterno,

y que brille para él la luz perpetua.

Que encuentre en tu Reino la paz que predicó,

y que su alma goce de la gloria eterna junto a los santos.

Consuela, Padre, a toda la Iglesia en este momento de duelo,

y danos un corazón esperanzado,

seguros de que la muerte no es el final,

sino el paso hacia la vida verdadera contigo.

Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Amén.

Llega el momento de la proclamación de la palabra. La lectura del Evangelio es el eje fundamental de todos nuestros encuentros. Es la vida, la experiencia, las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Dice así:

Lectura del Evangelio de san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás: «Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

7. Comentario – reflexión sobre el evangelio proclamado

El Evangelio de este próximo domingo y que hemos proclamado hoy muestra dos manifestaciones de Jesús resucitado, en un período de ocho días.

El primero de los relatos subraya los dones de la Pascua: la paz, la alegría y la presencia del Espíritu Santo; y el segundo, el proceso de fe del apóstol Tomás.

Una primera reflexión que podemos hacer sobre estas reflexiones de Jesús resucitado que narran los evangelistas y que leemos estos días de Pascua, es preguntarnos por qué unas veces presentan a Jesús como vivido de nuevo, es decir, con el mismo cuerpo que tenía; y otras simplemente como un espíritu… ¿Por qué existen versiones distintas e incluso a veces contradictorias?

La explicación podemos centrarla en el hecho de que la resurrección de Jesús fue para sus discípulos una vivencia muy fuerte y les resulta muy difícil y complejo explicar el qué y el cómo de aquella vivencia…

Los discípulos sabían que estaba vivo, pero no le veían, ni sabían dónde estaba, ni cuándo volverían a verle, y por eso dudaban… Y es que para creer en la resurrección hay que aceptar que existe otra forma de existencia que no conocemos, pero que es tan real como la nuestra…

En relación al proceso de fe de Tomás el hecho es muy claro: él, como tantas veces nosotros, dudaba porque se encontraba ante algo que no entraba en el marco de su razón. Jesús, entonces le muestra las heridas de la cruz y Tomás descubre una actitud de sufrimiento y entrega aceptada hasta la muerte, es decir, ve a un Cristo humanizado, y entonces cree…

Nosotros vivimos hoy en un mundo deshumanizado y por eso la figura de Cristo vivo es necesario buscarla en signos de humanidad. Jesús le dice a Tomás, y a todos nosotros: bienaventurados quienes creen en los signos que aportan hoy al mundo testimonios de un Cristo presente y vivo en medio de nosotros…

No hemos de olvidar que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente. Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra impotencia y debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle su salvación.

Aprovechemos con gozo las lecciones de la Pascua.

Invitación a tres minutos de silencio.

Os pedimos ahora tres minutos de silencio. Algo tan sencillo, tan simple y sin embargo a veces, tan complicado. Tres minutos de nuestro tiempo, tres minutos para nosotros mismos, para interiorizar, sin preocuparnos por nada, sin prisas, para que la paz llegue a nuestro interior, a nuestro corazón.

Podemos usar la fórmula de repetir una palabra y es lo que os proponemos.

Proponemos la palabra “Maranathá”, que significa “Ven Señor” en arameo, la lengua de Jesús. La repetiremos en silencio, ésta u otra que hayamos escogido; para nosotros mismos.

Vendrán pensamientos a la mente; los ignoramos y volvemos a la palabra. Tres minutos de silencio, repitiendo lentamente una palabra para nosotros.

Así pues, nos ponemos cómodos, con la espalda recta, cerramos los ojos.

Respiramos profundamente, relajados, y comenzamos a repetir interiormente la palabra que hayamos elegido

Solo tres minutos.

...

Tres minutos, gracias por vuestro tiempo, esperamos que la experiencia haya sido provechosa.

Oración del Jubileo

 

Padre que estás en el cielo,

Que la fe que nos has dado en

tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,

y la llamada a la caridad

infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,

despierten en nosotros la bienaventurada esperanza

en la venida de tu Reino.

 

Que tu gracia nos transforme

en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio

que fermenten la humanidad y la creación,

en espera confiada

del cielo nuevo y de la tierra nueva,

cuando vencidas las fuerzas del mal,

se manifestará para siempre tu gloria.

 

La gracia del Jubileo

reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza,

el anhelo de los bienes celestiales

y derrame en el mundo entero

la alegría y la paz

de nuestro Redentor.

A ti, Dios bendito eternamente,

sea la alabanza y la gloria por los siglos.

Amén.

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Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Amén.

Os informamos que el próximo encuentro será el viernes 16 de mayo a las 19:30.

En nombre de todo el grupo, de Carme, de Amparo, de Roser, de Manuel, de Eulogio, y de Mn. Manel Simó, muchas gracias por participar en este encuentro.




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