Santa
Maria Magdalena
DE VILADECANS
29-10-2017 Nº 548
DIUMENGE XXX
El
miércoles celebraremos la solemnidad de Todos los santos, y la liturgia
nos invita a conmemorar a los fieles difuntos. Estas dos celebraciones
están íntimamente unidas entre sí, como la alegría y las lágrimas encuentran en
Jesucristo una síntesis que es fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza.
En efecto, por una parte la Iglesia, peregrina en la historia, se alegra por la
intercesión de los santos y los beatos que la sostienen en la misión de
anunciar el Evangelio; por otra, ella, como Jesús, comparte el llanto de quien
sufre la separación de sus seres queridos, y como Él y gracias a Él, hace
resonar su acción de gracias al Padre que nos ha liberado del dominio del
pecado y de la muerte.
Estos
días muchos visitan el cementerio, que, como dice esta
misma palabra, es el «lugar del descanso» en espera del despertar final. Es
hermoso pensar que será Jesús mismo quien nos despierte. Jesús mismo reveló que
la muerte del cuerpo es como un sueño del cual Él nos despierta. Con esta fe
nos detenemos —también espiritualmente— ante las tumbas de nuestros seres
queridos, de cuantos nos quisieron y nos hicieron bien. Pero estamos llamados a
recordar a todos, incluso a aquellos a quien nadie recuerda. Recordamos a las
víctimas de las guerras y de la violencia; a tantos «pequeños» del mundo
abrumados por el hambre y la miseria; recordamos a los anónimos, que descansan
en el osario común. Recordamos a los hermanos y a las hermanas asesinados por
ser cristianos; y a cuantos sacrificaron su vida para servir a los demás.
Encomendamos especialmente al Señor a cuantos nos dejaron durante este último
año.
La
tradición de la Iglesia siempre ha exhortado a rezar por los difuntos, en
particular ofreciendo por ellos la celebración eucarística: es la mejor ayuda
espiritual que podemos dar a sus almas, especialmente a las más abandonadas. El
fundamento de la oración de sufragio se encuentra en la comunión del Cuerpo
místico. Como afirma el Concilio Vaticano II, «la Iglesia de los viadores,
teniendo perfecta conciencia de la comunión que reina en todo el Cuerpo místico
de Jesucristo, ya desde los primeros tiempos de la religión cristiana guardó
con gran piedad la memoria de los difuntos» (Lumen gentium,
50).
El recuerdo de los
difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada
esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra
sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin
límites, cuya raíz y realización están en Dios.
A
Dios dirigimos esta oración: «Dios de infinita misericordia, encomendamos a
tu inmensa bondad a cuantos dejaron este mundo por la eternidad, en la que tú
esperas a toda la humanidad redimida por la sangre preciosa de Cristo, tu Hijo,
muerto en rescate por nuestros pecados. No tengas en cuenta, Señor, las
numerosas pobrezas, miserias y debilidades humanas cuando nos presentemos ante
tu tribunal a fin de ser juzgados para la felicidad o para la condena. Dirige a
nosotros tu mirada piadosa, que nace de la ternura de tu corazón, y ayúdanos a
caminar por la senda de una completa purificación. Que no se pierda ninguno de
tus hijos en el fuego eterno del infierno, en donde no puede haber
arrepentimiento. Te encomendamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos,
de las personas que murieron sin el consuelo sacramental o no tuvieron ocasión
de arrepentirse ni siquiera al final de su vida. Que nadie tema encontrarse
contigo después de la peregrinación terrena, con la esperanza de ser acogido en
los brazos de tu infinita misericordia. Que la hermana muerte corporal nos
encuentre vigilantes en la oración y cargados con todo el bien que hicimos
durante nuestra breve o larga existencia. Señor, que nada nos aleje de ti en
esta tierra, sino que todo y todos nos sostengan en el ardiente deseo de
descansar serena y eternamente en ti. Amén» (Padre Antonio Rungi,
pasionista, Oración por los difuntos).
Con
esta fe en el destino supremo del hombre, nos dirigimos ahora a la Virgen, que
padeció al pie de la cruz el drama de la muerte de Cristo y después participó
en la alegría de su resurrección. Que ella, Puerta del cielo, nos ayude a
comprender cada vez más el valor de la oración de sufragio por los difuntos.
Ellos están cerca de nosotros. Que nos sostenga en la peregrinación diaria en
la tierra y nos ayude a no perder jamás de vista la meta última de la vida, que
es el paraíso. Y nosotros, con esta esperanza que nunca defrauda, sigamos
adelante.
Papa Francisco
AVISOS:
1) Este domingo a las seis de la tarde en el Centro
Parroquial de San Juan: representación de Sonrisas
y Lágrimas a beneficio de Caritas de Viladecans.
2) Martes 31 de octubre, a las 20 h. misa de vigilia
de la Solemnidad de todos los Santos.
3) Miércoles 1 de noviembre a las 12 h. Solemnidad de todos los Santos. I a las
4’30 h. de la tarde en el Cementerio: Oración
por los difuntos.
4) Jueves 2 de noviembre en nuestra parroquia, a las
siete de la tarde: Misa por los difuntos
de este año.
5) Sábado 4 de noviembre a las 10 h. de la mañana
reunión del Consejo Pastoral Parroquial.
6) Domingo 5 de noviembre a las seis de la tarde en
la Parroquia de St. Vicenç dels Horts, ordenación diaconal del Sr. Rafael
Galofré.
7) Muchas gracias por la colecta para las misiones
que fue de 406 €.
8) Animaros a participar: Coro Parroquial. Vida Creixent, Teresa de Calcuta. Cristians en diàleg.
Ven i Verás.
9) Tenemos a vuestra disposición: Lotería Parroquial.
10) Todos aquellos que deseéis recibir el sacramento de
la Confirmación podéis llamar al
teléfono: 649.630.448
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