LA VICTORIA SOBRE
EL MIEDO Y LAS DIFICULTADES
Evangelio de san
Marcos 4, 35 - 41
El
pasaje del Evangelio de hoy, de Marcos, tiene como escenario el Mar de Galilea.
En muchos lugares, este mar interior es conocido como lago de Tiberíades o lago
de Genesaret. Este llamado mar de Galilea es el único lago natural de agua
dulce de Israel. El texto nos narra un suceso en este mar, durante una
tormenta, en el que Jesús transmite sus enseñanzas a sus discípulos a través de
paradojas, parábolas y ejemplos.
ORACIÓN:
Ven,
Espíritu Santo, y
enséñame a esperar.
Porque
las cosas que deseo no llegan rápidamente,
enséñame a esperar.
Porque
no puedo pretender que los demás cambien de un día para otro, enséñame
a esperar.
Porque
yo mismo voy cambiando muy lentamente,
enséñame a esperar.
Porque
la vida tiene sus estaciones y todo llega a su tiempo,
enséñame a esperar.
Para
que acepte que no estoy en el cielo sino en la tierra,
enséñame a esperar.
Para
que no le exija a este día lo que no me puede dar,
enséñame a esperar.
Para
que reconozca que el mundo no puede estar a mi servicio,
enséñame a esperar.
Ven
Espíritu Santo, y enséñame a aceptar que muchas cosas se postergan, para que
valore lo que la vida me propone ahora, aunque sea pequeño, aunque parezca
poco.
Ven,
Espíritu Santo, enséñame a esperar, Amén.”
Lectura del Evangelio de san Marcos 4, 35-41
Al atardecer de aquel mismo día, Jesús
dijo a sus discípulos; “Pasemos a la otra orilla del lago”. Ellos despidieron a
la gente y lo llevaron en la barca tal como estaba. También le acompañaban
otras barcas. Entonces se levantó un gran temporal y las olas se lanzaban
contra la barca, que se iba llenando de agua. Mientras tanto, Jesús dormía en
la popa con un cojín. Lo despertaron diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que
nos ahoguemos?”
El despertó, se encaró con el viento y
dijo al mar: “Cállate, cálmate”. El viento se calmó y sobrevino una gran
bonanza. Después les dijo: “¿Por qué sois tan miedosos? ¿Todavía no tenéis fe?”
Pero ellos estaban asustados por lo
ocurrido y se preguntaban unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el viento y
el mar le obedecen?”.
Comentario – reflexión sobre el evangelio
En la barca de
la humanidad, y también en la barca de la Iglesia, hay angustias e inquietudes,
sufrimientos y tormentas, momentos dulces y momentos amargos…
Y en el
evangelio de hoy observamos la falta de fe y de esperanza de unos discípulos
todavía poco maduros ante las pruebas, e incapaces de superar el aparente
silencio de Dios… Como nos puede pasar a veces también a nosotros
Por otra parte,
no podemos dejar de señalar el simbolismo de este relato evangélico.
Las palabras de
Jesús pasemos a la otra orilla, son
consideradas, en general, como una invitación a ver las cosas de forma distinta. Porque esto suele pasar muchas
veces en la vida: cada uno ve las cosas de una o de otra manera según la orilla
desde donde se sitúa...
No da igual,
por ejemplo, ver las cosas a la luz de la fe, que verlas desde la negación de
Dios. Como no es lo mismo afrontar los temas desde el propio interés, o desde
el desinterés y la generosidad.
Existen la
orilla del mundo, y la orilla de Dios. La primera mira las cosas desde el
egoísmo, el individualismo, la injusticia o la desigualdad; mientras que desde
la otra orilla lo que cuentan son los proyectos comunitarios, fraternos y para
todos.
A pesar, sin
embargo, de la invitación de Jesús a sus discípulos de mirar la tormenta desde
la fe, la esperanza y la valentía, su reacción surge desde el miedo, que es
siempre un mal consejero en relación con la fe. Fe es fiarse de Dios a pesar de sus silencios. Es fiarse de Él a
pesar de que a veces no lo entendamos desde nuestras limitaciones humanas.
Hoy no soplan,
en general, vientos demasiado favorables a la fe, ni tampoco en la barca de la
Iglesia; y seguimos teniendo la tentación de girarnos hacia Dios, y
reprocharle: ¿no ves que nos hundimos? La respuesta, tanto a nivel individual como
colectivo, será la misma ¿aún no tenéis
fe?
Hay, además,
otro punto que no podemos dejar de lado: Jesús estaba; dormía, pero estaba
allí. ¡Cuántas veces en la vida nos puede parecer que Dios nos ha olvidado, no
nos escucha, o no le interesan nuestros problemas! No es cierto. Él siempre
está ahí y nunca nos defraudará…
La fe, en
definitiva, es la capacidad de superar
las dudas, afirmó el cardenal Newman, un gran convertido del anglicanismo
al catolicismo.
Tres
minutos de nuestro tiempo, tres minutos para nosotros mismos, para
interiorizar, sin preocuparnos por nada, solo tres minutos, sin prisas, para
que la paz llegue a nuestro interior, a nuestro corazón.
En
la meditación, se usa la fórmula de repetir una palabra y es lo que os
proponemos hoy. El proceso es muy sencillo y simple.
Amén.
En
nombre de todo el grupo, de Carme, de Amparo, de Roser, de Manuel , de Eulogi i de Mn. Manel Simó, muchas gracias por participar en este encuentro.
Un espacio que esperamos pueda ser de ayuda tanto para vosotras como para nosotros. Un encuentro de oración y de reflexión, para que podamos sentirnos mejor interiormente y, sobre todo, en nuestra relación personal con Dios.
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