Guion 55º - CORPUS CHRISTI
Evangelio de San Lucas 9, 11b-17
La lectura de hoy es muy conocida, la de los panes y los
peces. Pero intentaremos ir más allá del extraordinario milagro de la
multiplicación de los alimentos.
Para llegar a la solemnidad del Cuerpo de Cristo, el
Corpus Christi; la gran fiesta de la Eucaristía.
Espíritu Santo,
eres viento:
llévame donde quieras;
eres brisa:
déjame respirar lo nuevo;
eres fuerza:
levántame del suelo;
eres vida:
dame pasón por la vida;
eres alimento:
nútreme de tu savia;
eres luz;
ilumíname con tus rayos;
eres calor:
calienta mi existencia;
eres libertad:
hazme libre;
eres fecundidad:
cúbreme con tu sombra;
eres agua viva:
dame de beber;
eres respuesta:
dame fuerza para decir sí
al Padre,
al Hijo
y a ti, Espíritu Santo.
Lectura
del Evangelio de San Lucas 9,11b-17
En aquel
tiempo Jesús recibió a la gente, les habló del reino de Dios y sanó a los
enfermos. Cuando ya comenzaba a hacerse tarde, se acercaron a Jesús los doce
discípulos y le dijeron:
“Despide a
la gente, para que vayan a descansar y a buscar comida por las aldeas y los
campos cercanos, porque en este lugar no hay nada”.
Jesús les
dijo:
“Dadles
vosotros de comer”
Contestaron:
“No
tenemos más que cinco panes y dos peces, a menos que vayamos a comprar comida para
toda esta gente”.
Eran unas
cinco mil personas. Pero Jesús dijo a sus discípulos:
“Haced que
se sienten en grupos, como de cincuenta en cincuenta”.
Así lo
hicieron, y se sentaron todos. Luego Jesús tomó en sus manos los cinco panes y
los dos peces, y mirando al cielo dio gracias a Dios, por partió y los dio a
sus discípulos para que los repartieran entre la gente.
La gente
comió hasta quedar satisfecha, y todavía llenaron doce canastas con los trozos
que sobraron.
COMENTARIO DEL EVANGELIO PROCLAMADO
En nuestro relato se apunta que todo ocurre cuando el día
declinaba, como en el caso de Emaús, que terminó con aquella cena prodigiosa en
la que un Jesús resucitado realiza los gestos de la última Cena, y desaparece.
No nos quedemos solamente con que Jesús hizo un milagro,
algo extraordinario que rompía las leyes de la naturaleza, pues nos habla de
cinco panes y dos peces y eran cinco mil personas. Si no, que Jesús los acogía,
les hablaba del Reino de Dios y los curaba de sus males.
Si la Eucaristía de la comunidad cristiana no es un
misterio de “acogida”, entonces no haremos lo que hacía Jesús.
La solemnidad del Cuerpo y de la sangre de Cristo es la
gran fiesta de la Eucaristía.
Fue constituida en el siglo XIII, dada la creciente
importancia que iba adquiriendo en la Iglesia occidental el culto de la
Eucaristía; y se celebró por primera vez el año 1246.
Fue el Papa Pablo VI quien cambió el nombre de esta
fiesta, añadiendo la memoria de no solo el cuerpo, sino también la sangre,
suprimiendo la fiesta de la Preciosísima sangre, que se celebraba el 1 de
julio.
Es interesante fijarnos en la evolución negativa que fue
sufriendo la celebración del memorial del Cristo, ya que derivó en poco menos
que en una pesada obligación, que se debía observar los domingos y fiestas de
guardar, y del cual había que participar, como mínimo una vez al año…
Hoy, vemos la Eucaristía como un signo muy expresivo de
la obra de un Cristo que es capaz de saciar el hambre que padece el ser humano.
Jesús se presenta como un pan de vida que refuerza nuestra actitud ante las
ansiedades y las angustias de la vida cotidiana.
A su vez, los signos del pan y del vino nos son dados
para partir, repartir y compartir…
Cuando en la comunidad cristiana nos reunimos para
celebrar la Eucaristía nutrimos e interiorizamos la comunión con el Cristo y su
manera de entender la vida.
Muchas personas necesitan la Eucaristía como misterio de
acogida de sus búsquedas, de sus frustraciones, de sus anhelos espirituales.
Debe ser “experiencia del Reino”
Es importante, que entendamos la Eucaristía como una
necesidad, más que una obligación, o un acto piadoso.
Una buena comunión se mide siempre por el grado de
compromiso que nos genera hacia los que más necesitados.
ORACIÓN: CON EL PAN EN MIS MANOS (MARCOS ALEMÁN, sj)
Con el
pan en mis manos,
sobre el
altar de la vida quiero andar.
Con el
pan en mis manos,
quiero
llevarlo a los hambrientos de nuestra historia.
Con el
pan en mis manos,
Me quedo
junto a TI, para seguir horneando la vida.
Contigo,
tomo partido por los tuyos.
Con el
pan en mis manos,
las
fronteras se vuelven tienda de encuentro
y el
grito de los excluidos;
Tu
Evangelio de siempre.
Con TU
pan en NUESTRAS manos,
nos
lanzamos a compartir la lucha por la inclusión.
Con TU
pan en NUESTRAS manos,
queremos
anunciar y denunciar
lo que
hemos visto y oído.
Con TU
pan en NUESTRAS manos,
no
queremos perderte de vista,
ni dejar
de anunciar tu Reino.
Y
comulgarte, en manos de otros y otras.
Os informamos que el próximo
encuentro será el viernes 19 de julio a
las 19:30 (tercer viernes de mes).
El miércoles día 4 de septiembre, lectura compartida
Evangelio de Marcos.
En nombre de todo el grupo, de Carme, Asun, Amparo, Roser,
Manuel, Paco, Eulogi y de Mn. Manel Simó
agradecemos vuestra confianza que depositáis
nuevamente en nosotros.